Piden el Príncipe de Asturias para Ibáñez
En los últimos días se ha puesto en marcha una campaña para pedir el Príncipe de Asturias al genial creador de Mortadelo y Filemón, entre otros muchísimos personajes: Francisco Ibáñez.
Yo crecí en una España en la que se vendían más de siete millones de tebeos al mes. Me alimenté de historias sobre espías torpes, albañiles chapuza, casposas comunidades de vecinos y morosos inteligentísimos que hacían de sus deudas un arte. Luego los lectores crecieron, una guerra por el petróleo disparó el precio del papel, y los videojuegos y las consolas sustituyeron a los tebeos. Pero yo me encontré, en la Cuesta de Moyano de Madrid, con una pila de Magos del Humor, y se los llevé a mi hija, que a día de hoy tiene una enorme colección de Mortadelos. He vuelto a leer los Mortadelos con ojos de adulta y me he convencido: Ibáñez es un genio.
No sé si recuerdan que, hace unos años, en esta misma sección, escribí un artículo pidiendo el Cervantes para Ana María Matute. No creo que mi artículo fuera el responsable directo, pero el caso es que Matute ganó el Cervantes un año después. Pues ahora, consciente de que esta sección es muy leída, quiero pedir un Príncipe de Asturias para Francisco Ibáñez. Se lo han dado al japonés creador de la serie Mario Bros, ¿no se lo van a dar al español creador de Mortadelo?
Quiero pedirlo porque cuando estuve en Bélgica y vi que tenían un museo del cómic belga visitado por montones de turistas, y que habían hecho de Tintín, Spirou y los Pitufos un símbolo nacional, me pregunté por qué en España no teníamos un Museo Bruguera. Quiero pedirlo porque se me cae la cara de vergüenza cuando pienso que Escobar, autor de Zipi y Zape, murió en la indigencia en un asilo de ancianos y Manuel Vázquez falleció no arruinado, pero casi. Porque es lamentable que José Ortiz, ganador del Gran Premio del Salón del Cómic, tuviera que dejar de trabajar en España hace 18 años para centrarse en Italia. Porque unos 60 autores trabajan para editoriales de Francia o Estados Unidos. Porque los cómics de la serie USA Universo DC los dibujan españoles como Miquel Sepúlveda, Guillem March o Mikel Janín. Porque Blacksad, una de las series más vendidas en Francia, es obra de dos españoles: Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido. Porque Juan Torres tuvo que publicar El velo en Estados Unidos. De la misma forma que Paco Roca tuvo que publicar Arrugas (el álbum de cómic más vendido en España, del que se ha hecho una película) en Francia. Porque en España la proporción de cómics vendidos es de 1 a 10 respecto a Francia. Porque sólo el 15% de las novedades que llegaron al mercado español fueron títulos producidos aquí.
Porque mientras críticos como Vicente Molina Foix califiquen de “disparate” la instauración, en el 2007, del Premio Nacional del Cómic en España y digan que “no se pueden poner los monigotes a la altura de un escritor o un poeta” y mientras los intelectuales españoles no se den cuenta de que el cómic es un arte, tan respetable, tan digno y tan adulto como cualquier otro, no valoraremos lo que tenemos.
Ibáñez no morirá pobre como Escobar o como Vázquez, ya que después de largos penosos litigios con Bruguera (que le había obligado a firmar contratos leoninos) consiguió recuperar la titularidad de sus personajes. Pero a este paso tampoco morirá reconocido. Así que les pido, por favor: si usted también es fan de Ibáñez, haga correr este artículo. Queremos un Príncipe de Asturias para Ibáñez.