Día Internacional de la juventud
¿De verdad hay algo que conmemorar? ¿Juventud divino tesoro?
Nos estamos acostumbrando a crear días de celebración prácticamente de cualquier hecho o acontecimiento algo en principio loable cuando se trata de reivindicar derechos, reclamar una mejora de situación o denunciar injusticias. Pero este gusto por la creación de nuevas efemérides lleva implícito un regusto de reiteración que amenaza con vaciar de contenido su sentido final.
Hoy es el día internacional de la juventud, desde los distintos gobiernos, organismos e instituciones se incidirá en los grandes logros obtenidos en los organismos creados para la atención de los jóvenes, en la continuada batería de medidas para fomentar el empleo juvenil, unas optimas condiciones de vida, igualdad de oportunidades, educación para todos…pero la realidad es obtusa y muestra que todas esta pregonadas y cacareadas mediadas se muestran absolutamente insuficientes para atender la problemática juvenil.
Salvando las distancias y barreras geoeconómicas y geopolíticas que se dan en la actualidad en el mundo con lugares en dónde la realidad es aún mucho peor e injusta, la verdad es que todas estas políticas, todas estos decretos, toda esta normativa en aras de mejorar la calidad de vida de los jóvenes no son más, en la mayoría de los casos, que mera propaganda que sirve para justificar la existencia de organismos y la contratación de servicios a modo de encuestas, estudios y otras pantomimas.
La realidad es que miremos a cualquier lugar del mundo son miles los jóvenes sin futuro obligados a huir o emigrar de su lugar de nacimiento no por las ansias juveniles de viajar y descubrir nuevos lugares nuevas aventuras, sino por la necesidad imperiosa de buscar un mejor futuro, o directamente huir de la miseria, son asimismo miles las jóvenes explotadas sexualmente por mafias que recuerdan a los tiempos del esclavismo más atroz, son miles los jóvenes en el mundo, presuntamente opulento, los que ven su futuro sin salidas, dibujando un panorama desolador de generaciones pérdidas en el camino, y por no ahondar en otras cuestiones son muchos los jóvenes que en el Estado Español y en Europa van a vivir peor que lo han hecho sus padres e incluso sus abuelos tanto en nivel socioeconómico como, y no menos importante en lo relativo a derechos sociales y laborales.
Ante este panorama desolador cabe preguntarse de verdad ¿hay algo que celebrar hoy? Sinceramente creo que no que hoy es un día como todos de reivindicación permanente de no dejarse embaucar por señuelos sino reclamar y clamar, aunque sea al Cielo, por lo justo por lo que os pertenece y os quieren robar: vuestro futuro.
Carlos Ramírez